Una tradición que
es muy antigua en mi comunidad, mejor dicho en toda Guatemala, es la
celebración del día de todos los santos difuntos o día de muertos que se
celebra el primero del mes de noviembre,
para conmemorar a los familiares ya fallecidos. En mi familia no lo celebramos,
pero de todos los años de mi existencia, nunca había puesto especial
importancia a esta celebración. Pero, este año, desde el momento en que mi maestra de
Literatura nos designó escribir sobre esta tradición de la cual no sé mayor
cosa. Así que me tocó preguntar a mis vecinos sobre la celebración y algunas
veces solo observar para ver que realizaban las personas en mi entorno.
Una conocida de mi
mamá que es maestra me contó que ésta celebración es muy antigua, ya que en
épocas de los antiguos egipcios y babilonios ya se observaban todas estas
fiestas, porque ellos así lo veían. En Mesoamérica también hay antecedentes que
conmemoraban el día de los muertos con rituales muy especiales, dedicando
dichas fiestas al dios Tlaloc, esto en México. Pero que en Guatemala, estas
celebraciones son muy preciosas y distintas. Ella me explicaba que ahora en
Guatemala, actualmente se celebra también la fiesta de Halloween, fiesta pagana
que tiene sus orígenes en la antigua Irlanda, y que se celebra con mucha fuerza
en Estados Unidos, también muchas personas la celebran, pero hay que tener presente que primero tiene que ser
lo nuestro. Cuando ella me mencionó esto, me recordé que el hermano menor de
unas vecinas murió precisamente esa noche en un bar, celebrando esa noche acompañado
de 5 jóvenes más y lo velaron el día de los muertos. Ahora estas señoras están
tristes por la muerte de su hermano.
Un vecino me
contaba que muchas personas con un mes
de anticipación van a limpiar, pintar las tumbas de sus parientes, otros van a
hacer reparaciones, las pintan, y a veces cambian las cruces para cuando llegue
el día dos de noviembre estén limpias y bonitas, ya que las mismas son las
casas de sus seres queridos que han partido a la otra vida. Mi vecino también
me relataba que la celebración uno de noviembre es el día de los santos, es
decir, el día de los niños fallecidos, mientras que el día dos es el día de los
finados, osea todos los adultos fallecidos.
Esto realmente llamó mi atención, porque según yo, no había ninguna
separación entre fallecidos, pero veo que no así, ya que los niños tienen su
propio día, separado de los adultos.
El día primero de
noviembre aunque no me levanté muy temprano, pude observar que muchas personas se dirigían a los cementerios a ver a sus
parientes fallecidos, sin importar que estén enterrados en el interior del país
y todos iban con muchas flores para enflorarlos. Otras personas, llevan deliciosos platillos
como, caldo de gallina, recados, pulique y manjares como ayote, chilacayote y jocotes
en dulce que son de la temporada y que hay en abundancia. Algunos, llevan bebidas alcohólicas y se toman
unos tragos con su difunto, del licor que al finado le gustaba en vida. Comen y
beben con sus muertos, y ya cuando abandonan por la noche el camposanto algunos
ya van bien bolos, pero todos van felices a sus casas ya que han cumplido con
sus difuntos.
Una vecina, amiga
de mi abuelita me contaba que según la tradición, las oraciones y rezos que se
hacen es para que los muertos que no han conseguido desprenderse de esta vida y
andan en pena, se logren ir al fin a descansar en paz, durante ese día. Otros
piensan, que las creencias refieren que éste es el único día que los muertos
tienen el permiso para visitar las casas de sus parientes y donde ellos mismos
vivieron, ya que si no, no lo pueden hacer en otro tiempo, y que por ese motivo
sé que se hacen todos estos preparativos.
En algunas lugares de mi comunidad hasta en los caminos
abundan las flores de muerto, para adornar las tumbas de los difuntos. Otros
más vivos van a comerse las comidas que las personas les dejan a sus muertos,
cuando algunos ven que la misma ha desaparecido dicen que a su difunto le gusto
ya que hasta el plato se llevó. Otro platillo muy típico de la temporada es e l
delicioso fiambre, que se elabora con mucha dedicación en muchos hogares
guatemaltecos. Como toda curiosa tenía la intriga de saber cómo se originó el
fiambre. Por ello, consulté señora de mi
comunidad que todos los años vende fiambre, para ver si me podía ayudar. Ella
no se negó, y me contó la historia mientras realizaba este delicioso platillo. Me
dijo: La tradición cuenta que el origen de ésta exquisitez nació cuando en la
antigua capital del Reino de Guatemala, Santiago de los Caballeros, corrió la
noticia que venían del Obispado de Ciudad Real, Chiapas, México, el Obispo con
una comitiva de autoridades de dicho lugar, y las monjas que estaban a cargo de
todo el protocolo en la antigua capital del Reino no tenían nada preparado, de
pronto a alguien se le ocurrió juntar todo lo que en su casa había y luego de
mezclar todos los condimentos hicieron un platillo tan sabroso que cuando lo
sirvieron a sus comensales todos estuvieron de acuerdo que era una delicia, cuentan
que hasta la receta pidieron para llevarse y ponerla en práctica en
aquellas lejanas tierras. Yo quedé asombrada.
Es por eso que el fiambre
ya en nuestros días se prepara y se degusta desde el 31 de octubre, 1 y 2 de
noviembre. Algunos lo llevan al cementerio para degustarlo junto a sus
difuntos. Por cierto, el fiambre le
quedó delicioso a la señora. Agradezco grandemente a todos los que no se
negaron a brindarme información sobre ésta tradición. Y me alegro que aún
existan ciudadanos que mantengan vivas las tradiciones de nuestro bello país.
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