Hace tres años con siete meses que
viajé al Salvador, algo que fue sumamente emocionante. Viajamos en automóvil,
con mis padres, una tía y un primo, durante la semana santa en el mes de marzo
del 2010. Desde el momento que se planeó el viaje, yo estaba ansiosa por ir a
conocer este país vecino, ya que iba a ver a mi tío, el único medio hermano de
mi mamá que vive allá. Lo malo del viaje, era que no nos íbamos a llevar a mi
abuelita materna, y la dejaríamos 5 días sola en mi casa.Mi tía y mi primo
viven en Quetzaltenango y vinieron a la capital día antes del viaje para
preparar todo lo que llevaríamos para el viaje tan largo que tendríamos. Mis
nervios por viajar a un país al cual tenía años de pedir que me llevaran era
cada vez más emocionante y fue así que llegó el tan anhelado día. Me levantaron
temprano para que terminará de arreglar mi maleta.
El momento de salir de casa llegó,
aparentemente íbamos a salir temprano, pero al final salimos a las 9:30 a.m.
con rumbo a la frontera. Llegamos a la frontera de “Las Chinamas” que está en
el departamento de Santa Rosa, alrededor de la 1:00 p.m. donde es un gran
puente, él que divide Guatemala y El Salvador. Todo marchaba bien, hasta el
momento, del registro para que nos dejaran ingresar a éste país. Fue entonces,
cuando todo se complicó, porque a mis padres, mi primo y mi tía no tuvieron
ningún problema para que los dejaran pasar, la difícil fue conmigo, ya que yo
no llevaba pasaporte siendo menor de edad, entonces no me dejaron pasar. Yo me
enojé tanto, porque según mis padres dejaban pasar a los menores de edad cuando van acompañados de sus dos
papás y presentan la fe de edad del mismo. Todos estos papeles mis papás los
presentaron, pero el feo señor que daba la última señal para que nos permitieran pasar se negó rotundamente a
dejarme pasar; y nos dijo que nos fuéramos sino llamaría la policía. Me puse a
llorar porque este viaje lo espere durante años, y cuando se hizo realidad un
señor desconocido lo estaba arruinando.
Mis padres, no se dieron por
vencidos, a pesar que el señor de inmigración dijera que si yo no tenía
pasaporte no me iban a dejar pasar por ninguna otra frontera. Así que mis papás
le dijeron a mi primo y mi tía que nos fuéramos a Jutiapa a la frontera “San
Cristobal”, ya que allí no había puente y menos vigilada por las autoridades de inmigración Además no dejaríamos que el viaje lo echaran a perder tan fácil.
Así que viajamos por unas horas más en el calor, cabe resaltar que no me gusta
el calor. Llegamos como a las 3:00 p.m., pero ahí no hay policías, por lo tanto
pase a pie, me hice pasar como una vendedora, y pasé rápidamente al otro lado a
esconderme mientras mis papas pasaban. Todo salió con éxito gracias a Dios;
porque no me atraparon, pero estaba demasiado nerviosa porque sentía que en
cualquier momento llegaba alguien y me descubriría.
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