Hoy retomo lo que redacté hace algunas semanas, mi único viaje fuera de Guatemala segunda parte, después de mi llegada a aquel nuevo
país, todo se volvió una maravilla. Primero nos encontramos con mi tío, quien
nos condujo hacia su casa. Su casa estaba muy lejos de una colonia, muy
conocida, del cual yo recuerdo su nombre. Lastimosamente, ingresamos a la colonia,
se había ido la luz. Y así pasamos nuestra primera noche, en un país
desconocido y nuevo para mí. Al día siguiente mis papás ordenaron maletas, para
tener nuestra primera salida como turistas oficiales. Y el primer lugar que decidimos
ir fue un centro acuático llamado Amapulapa.
Este centro acuático,
era tan pero tan grande, que mi primo, hijo de mi tío que vive allá perdió un
zapato y no lo encontró. Su papá ya mero le pegaba, pero gracias a que nosotros
estábamos ahí, no le dijeron nada. Lo bonito de este lugar, era el tamaño
gigantesco de cada piscina. Pero como todo país de expertos, las piscinas eran
sumamente ondas también y los adultos no pagaban por entrar a dicho lugar.
Luego, ese mismo día decidimos ir a otro centro acuático, denominado Flor del
Río, un sitio que quedaba muy lejos de Amapulapa y que era sumamente caro, para
nuestro punto de vista. Llegamos alrededor de las tres de la tarde y el centro
lo cerraban a las cuatro, casi no disfrutamos en ese lugar. Lo que me llamó la
atención de ese lugar que era enorme y podía uno pagar para dormir ahí, en
hamacas. También había muchas canchas para jugar fútbol y el recuerdo que me
traje de dicho lugar, fue un enorme raspón que me di, en un tobogán del cual me
lance. Y fue así, como terminó nuestro primer día de vacaciones en aquel país.
Al día siguiente, fuimos
a un mercado y a un parque, donde me reí demasiado de mi ignorancia cuando
traté de comprar una granizada, porque el vendedor no me entendía que deseaba
comprarle. Me di cuenta que aunque El Salvador, sea un país vecino y que
hablemos el mismo idioma, decimos muchas palabras muy diferentes. Luego,
compramos pizza y nos fuimos a casa alrededor de las dos de la tarde. Cuando mi
tío retorno de su trabajo, nos invitó a enseñarnos el puerto llamado El Espino,
que queda muy cerca de donde él vive. Y así decidimos ir, aunque no quedaba tan
cerca como él dijo. Llegamos alrededor de las cuatro de la tarde, pero mis
papás no me dejaron bañarme, porque decían que el mar estaba llenando y el agua
podía ser peligrosa. Lo bonito, fue que pude ver el atardecer y probar unos
tamales de elote súper deliciosos. Regresamos a casa alrededor de las ocho de
la noche. Y así concluyó el día segundo.
En el tercer día, fuimos
a unas pozas llamadas Aguas Calientes y posteriormente a otras, pero el nombre
de ese otro lugar no lo recuerdo. Nos la pasamos genial, en esas pozas, aunque
admito que cuando planearon ir ahí, no me llamo mucho la atención el lugar. Mis
padres trataron de darme algunas clases para aprender a nadar, pero era inútil,
no aprendía por más que ellos se esforzaran enseñándome. En el cuarto día,
únicamente fuimos a algunos restaurantes y conocimos nuevas personas, vecinos de
mi tío. Y fue de esta manera, como nuestros cuatro días en nuestro país
hermano, terminaron. El día domingo en la madrugada salimos de regreso, para
venir un poco temprano. Pero, en el camino hacia la frontera de El Salvador,
nos detuvo la policía y claro yo no portaba pasaporte. Gracias a Dios mi mamá
argumento que no encontraba mi pasaporte por todas las maletas que traíamos. Y
así fue como logramos llegar sin ninguna novedad a la frontera y cruce de la
misma manera, como le relate en la primera parte. Alrededor de las dos llegamos
aquí a mi casa, quede fascinada con el viaje. Ahora tengo muchas ansias de
volver a ir, pero no hemos podido ir de nuevo, al parecer iré el siguiente año,
primero Dios vayamos, porque deseo volver a ver a mi tío y primo, por supuesto
para conocer más lugares en aquel país.
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